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Más datos :: Noticias :: Donación de la serie "Teatro Principal" de Amable Arias al Museo de San Telmo de San Sebastián
Amable

Más datos :: Noticias :: Donación de la serie "Teatro Principal" de Amable Arias al Museo de San Telmo de San Sebastián

Donación de la serie “Teatro Principal” de Amable Arias

La decisión que he tomado de donar al Museo de San Telmo la serie de dibujos de Amable titulada “Teatro Principal” me ha dejado muy satisfecha.  Y debo decir cómo surgió la idea. Bueno, esta es mi versión, espero que se parezca a la real, porque a veces la memoria es imperfecta. Un día, hace bastante tiempo, aquí en el estudio, arriba, estaba yo mostrando la obra de Amable a Mikel Lertxundi, en esto se destapó un poco el brazo y se lo miró, le pregunté si el reloj nos avisaba que era tarde, me contestó que la emoción de ver esos dibujos le habían puesto los pelos de punta. Nos reímos y pensamos en la posibilidad de hacer una exposición con esa serie del “Teatro Principal”. Sería una exposición amplia, con un buen catálogo, y además de las acuarelas y dibujos de tinta que la componen, se podría pensar en incluir las fotografías de los artistas que pasaron por allí y posaron para Amable: actores, bailarinas, ilusionistas, cantantes de ópera y zarzuela, bailaoras de flamenco, magos, y sobre todo vedetes de revista… Con el tiempo llegó el proyecto de exposición para el Museo de San Telmo y un día, aquí, en el estudio, al hablar con Susana Soto pensé que sería buena idea que para entonces la colección fuera de todos los donostiarras, y así, de golpe, le planteé a Susana la donación, ella quedó unos instantes en silencio, yo esperando sus palabras. Habló, enseguida estuvo de acuerdo. Y así de sencillamente llegamos a este punto.

Explicaré qué es esta serie.

Debo comentar que las diferentes obras de Amable están siempre muy enraizadas con su momento vital, tanto que suelo comentar que estudiándolas podríamos hacer su biografía. En este caso también es así, hacia 1954 su madre, Pilar Yebra, trabajaba en el guardarropa del teatro recogiendo y dando las prendas, y Amable empezó a ir a ayudarla. Amable había pasado hasta entonces parte de su adolescencia en Donosti casi sin salir de casa por las consecuencias físicas del grave accidente sufrido cuando tenía 9 años de edad en Bembibre mientras jugaba en la estación con sus amigos, un vagón que estaba parado en vía muerta le aprisionó contra un muro. Tuvo que sufrir numerosas operaciones que le impidieron estudiar. Cuando tiene 14 años la familia viene a San Sebastián pues el Servicio Nacional del Trigo le ofrece al padre un puesto de oficinista en Donosti. Fue una época desdichada, un padre maltratador con el hijo y la madre, escasez económica pues el padre era, además, jugador. Por fin, tras una denuncia, un juez, en aquellos tiempos, ordena que el padre abandone no solo el domicilio conyugal, sino la misma ciudad. Desde entonces, y poco a poco, con la ayuda de la penicilina de estraperlo comprada por su madre, Amable empieza a mejorar, pero las secuelas físicas le obligarán a llevar muletas durante toda su vida.

Pero el hecho de estar en el guardarropa del teatro fue algo que le hizo crecer como artista y como ser social, le hizo abrirse al mundo y, más importante, ser consciente de su nula cultura, es por eso que, decide formarse leyendo vorazmente. Con un gran esfuerzo acudía por las mañanas a la Biblioteca Municipal de la Plaza de la Constitución e igualmente por las tardes durante el tiempo transcurrido entre recoger las prendas y devolverlas.

Este momento es crucial en la vida de Amable, se juntan en él, una incultura profunda y una inteligencia excepcional. Suelo decir yo que la suya fue una vida tan diferente al resto, que solo podía crear un ser especial, y lo fue.

Pero vuelvo al "Teatro Principal". Dice Amable en un escrito:

"Llevaba poco tiempo entrando en tramoya. Acudía allí porque me atraía el mundo tras el escenario: actrices, actores, cómicos, bailaoras, cantantes, cantaores, bailarines, chicas de revista y un muy largo abanico de luces de fantasía. En fin, todo lo que el teato era y seguirá siendo. Por lo demás tenóa a mi disposición un mundo de personajes que me servían para dibujar y hacer acuarelas, que no se encontraba más que ahí.

Tan pronto estaba en los camerinos de arriba, como en los laterales, como en las bocas del escenario donde un tramoyista, desde cada lado, tiraba del cable de la polea para subir el telón. Aquel era un buen lugar para ver los ensayos de los actores, de los bailarines o las trampas de los ilusionistas. Si laobra era una revista, se juntaban en cada lado de  seis a diez coristas que se apelotonaban durante unos instantes junto a mí. Otras veces me quedaba dfetrás del escenario entre los cajones del atrezo."

Esos artistas de las escena posaron para Amable, y así nació esta serie de dibujos, son cerca de 60 las acuarelas y unos 40 lápices y tintas, realizadas entre 1954 y 1957.

La exposición en San Telmo tendrá lugar en marzo del año que viene, 2023, coincidiendo con el fsetival teatral dFeria en Donosti. Muy buen momento, que además nos abrirá a que la propia exposición se expanda como en otra obra de teatro con sus actos I, II, II, IV..., podrián ser: las obras expuestas de Amable; los comentarios sobre algunos de los artistas retratados; el propio Teatro de la calle Mayor y su importancia en la ciudad; fotografías de artistas que pasaron por el Principal y se los dedicaron personalmente, interesantes, vistas desde hoy, para captar el ambiente de la época: y finalmente un estudio de la censura franquista, censura política y sexual, de la que Amable nos habla en algunos escritos en los que cuenta de manera divertida pues durante aquel franquismo tan brutal y cerril, los actores de revista buscaban escapatorias, y, en cuanto veían que las sillas reservadas para los censores estaban libres y estos no acudurían, se avisaban entre ellos y cambiaban algunas frases, y en los vestidos de las vedetes, quitaban las falditas a las que estaban obligadas a llevar, y también los cómicos sabían dar segundas intenciones a sus palabras, Amable contaba que el mejor era Antonio Casal cuando tenía un día inesperado, entonces el teatro era una fiesta, rugía de placer. Eran cosas no oídas en un escenario.

Pienso que será una exposición que la ciudad la disfrutará.

 

 

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